He estado observando el comportamiento humano, tan dócil y simple, tan ingenuo e increíblemente celestial. Todos dicen ser buenos, incluso cuando lucen mal. Es más fácil de lo que se cree llevar una mascara diaria, una mascara para observar y ser observado, sin embargo, esta se diluye entre los deseos lujuriosos que invaden nuestro ser. Cada minuto, cada segundo de vida, nuestros cuerpos ruegan por ser explorados, y es ahí justamente donde lo más sincero y pecaminoso sale a flor de piel, nuestro verdadero espíritu obtiene una voz, una poderosa, entre piernas húmedas que ruegan por ser abiertas y descubiertas a la vez. No existe el miedo ni la represión, es ahí donde se pueden llamar "perras" los unos a los otros y no habrá replica de aquello.
Liberación sexual.
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