Me envío cartas a mi mismo, me retrato en palabras que se desbordan en una tinta sin critica,
cartas que jamás leo, cartas que jamás escribo, solo cartas que nadan en un inmenso pantano lleno de piezas artísticas creadas por perros del olvido.
Es mi alma inquieta que se retuerce en dolores para poder llegar a la alegría, aquella oculta en la oscuridad de mis propios anhelos, la que no conozco, la que busco y se esconde.
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