No soy una maquina.

Me enseñan a matar, a encerrar
me intentan torturar, es un mundo real
a las 600 horas siento sangre correr
tibia como la de sus madres impacientes por verlos crecer

Yo veo caer conejos como cabellos en mi mente
en las noches oigo su voz realmente fuerte
me tiemblan los ideales al ver sus metralletas mata ilusiones
aquellas ilusiones que intentan safarme de la muerte.

Yo busco.

¿A dónde te has ido?
Me encuentro tan herido
tengo un impulso asesino, suicida
¿Qué he hecho para esto merecer?
La luz se esconde de mi
me encuentro encerrado entre discursos
corro con cansancio, pero corro
¿No es suficiente?

Siento tanta rabia, tanta rabia con el reflejo
le pego, lo quiebro, lo rompo, sangro.

Cerrare mis venas
para que no entres más.

Fuego a la lluvia.

Es bueno escucharlos hablar para saber lo que me pasa
hablan desde la ignorancia, pero es bueno fingir
pretender estar bien, vivir de apariencia.
¿No es eso una familia?

Le tiraría fuego a la lluvia
Arrojaría tierra al rió
llenaría de oscuridad la luz
le sacaría los ojos viva.

Circo de almas.

Son sueños cristalinos
los que se divisan por aquel camino
logro ver conejos saltando desde sus sombreros
serpientes volando por el cielo
es como una luna de sueño.

Es una carpa de esperanza
que ruge con una cavala
es aquella fuerza primitiva
la que nos lleva a la danza
la danza que no para.

¡Que vuelen!

Hay gente que vive de fantasía
sueños o pesadillas que el humano invento
como animales unos siguen carne
otros entre hojas viejas, amén.

¿Eras de verdad?
Algunas veces pregunte, ¿Por qué se sentiá tan bien?
Porque se sentía bien, ¿dime, sentías igual?

¡Que vuelen las aves!
pero, deja una pluma, deja tu huella
dame tu aroma, dame de tu ser.