Twitter ~

domingo, 6 de octubre de 2013

Del rey

Yo estaba en el invierno de mi vida, y los hombres que he conocido a lo largo del camino fueron mi único verano. Por la noche me quedé dormido con visiones de mí mismo bailando, riendo y llorando con ellos. Tres años en una interminable gira mundial y los recuerdos de ellos eran las únicas cosas que me sostuvieron, mis únicos momentos felices reales. Yo era un cantante, no muy popular, que llegó a tener sueños de convertirse en un gran poeta, por una serie de eventos desafortunados vi esos sueños truncados y divididos como millones de estrellas en el cielo nocturno, soñaba una y otra vez, brillante y roto. Pero no me importó porque yo sabía que tenía que conseguir todo lo que siempre quise y luego ya no saber lo que realmente es la libertad. 

Cuando la gente que conocía se enteró de lo que había estado haciendo, cómo había vivido, me preguntaron por qué. Pero no sirve de nada hablar con la gente que tiene un hogar, no tienen idea de lo que es buscar seguridad en otra gente.

Siempre he sido un chico poco común, mi madre me dijo que yo tenía un alma de camaleón. Sin un sentido moral que apuntase al norte, sin personalidad fija. Sólo una indecisión interior tan amplia y tan ondulante como el océano. Y si digo que no pensaba que todo fuera así, estaría mintiendo, porque yo nací para ser otra persona. No pertenecía a nadie, era de todos. No tenía nada, quería todo con un fuego de cada experiencia y una obsesión por la libertad que me aterroriza al punto que ni siquiera podía hablar de eso y me llevó a un punto donde la locura me deslumbró tanto que me dejó mareado.

Todas las noches rezaba para que pudiese encontrar mi pueblo y finalmente lo encontré en la carretera abierta. No teníamos nada que perder, nada que ganar, nada que desee más, excepto hacer que nuestras vidas fueran una obra de arte.

RIDE.