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lunes, 3 de septiembre de 2012

Pegadito a la reja.

El otro día decidí bajarme en Metro Quinta Normal por puro gusto, son esos impulsos absurdos que a veces tenemos los seres humanos. Empecé a caminar, eran más o menos las 19.00, y ya no había mucha luz natural, el parque estaba por cerrar y mientras avanzaba, empecé a escuchar una especie de gemidos, me di cuenta que sobre ese pasto muy bien cuidado y bonito de Quinta Normal, habían distintas parejas, sin pudor alguno de que los niños que iban de vuelta a sus hogares los vieran tocándose con tanta lujuria y deseo. Un tanto avergonzado y por supuesto espantado con tal acto inmoral, anormal, pre-matrimonial, pise un pedazo de cemento roto, y de la nada me dí cuenta que el pasto había desaparecido, los faroles bonitos ya no alumbraban y claro, la vereda era casi tierra y maleza. Ya no había mucha gente y la calle seguía igual de fea, sentí un poco un ''no sé que'' al verme parado frente a la comisaria de Quinta Normal, donde nuevamente apareció un piso bonito y buena presencia. Pues nada, da la sensación que es importante mantener bonito lo que esta frente a la reja, que lo de adentro se pudra sin que nadie lo vea.