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lunes, 16 de diciembre de 2013

C&P


La naturaleza de mi madre está en mi, estoy unido a su vientre asesino y el cordón hacía la libertad que me petrifica cada vez que lo tomo. 
Amor y perversión, mis articulaciones duelen impidiéndome comer, beber, dormir, gritar, rezar, llorar y morir. Es esta maldición que cargo con mi piel, el brillo de mi piel, la luz de mi eterna curiosidad que desnuda todos los miedos que deslumbran y sanan el cuerpo invisible. 

Si no me tengo a mi mismo, no quiero tener a nadie, pero como un buen hijo, me revelo, 
me revelo incluso contra la rebeldía. 

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